Trasierra-Tierras de Granadilla, un lugar en el que el pasado siempre está presente

Imagen: Irene González Morano

La Mancomunidad de Trasierra-Tierras de Granadilla es, por ahora, la última que desarrollaremos en nuestra serie de publicaciones Riqueza cultural, natural y gastronómica del Norte de Extremadura, completado así el recorrido por todo nuestro entorno. El territorio referido en esta ocasión estuvo ocupado en primer lugar por asentamientos vetones y celtíberos y posteriormente muy desarrollado por los romanos, y está oficialmente declarada con el mencionado nombre desde 1997. Con anterioridad, únicamente se denominaba Tierras de Granadilla, hasta que se decidió añadir a los pueblos que se encuentran detrás de la sierra. Se sitúa al oeste de la A-66 y se conforma por las siguientes poblaciones:

  • Abadía
  • Ahigal
  • Santa Cruz de Paniagua, localidad en la que a finales de siglo XIX se incluyó El Bronco.
  • Casar de Palomero
  • Cerezo
  • Granadilla, desalojada a mediados de siglo XX.
  • La Granja
  • Guijo de Granadilla
  • Marchagaz
  • Mohedas de Granadilla
  • Palomero
  • La Pesga
  • Rivera Oveja, que a principios de siglo XX se incluyó en Casar de Palomero.
  • Santibáñez el Bajo
  • Zarza de Granadilla

    Imagen: Irene González Morano

En dicha comarca, sus poco más de 9.000 habitantes están relativamente repartidos, ya que solo Ahigal, Zarza de Granadilla y La Pesga oscilan entre los 1000 y los 2000, mientras que el resto está por debajo. Una de sus singularidades es el municipio de Granadilla, despoblado a causa de la amenaza de inundación por encontrarse junto al embalse, aunque la misma nunca estuvo cerca de cumplirse. En esta localidad, las murallas rodean al castillo con sus imponentes torres semicilíndricas, y las familias arraigadas siguen acudiendo para realizar actividades especialmente en el periodo estival, y así mantener vivo ese legado.

Imagen: Irene González Morano

Sin embargo, dicho embalse denominado Gabriel y Galán (1870-1905) en honor a este gran poeta, también ofrece aspectos positivos, ya que los deportes acuáticos que alberga como la pesca (sobre todo de carpas y barbos, que abundan), vela y piragüismo, sin olvidar que existen zonas adaptadas para el baño, para lo que también hay opciones muy apetecibles como son las piscinas naturales del Manantial de Santa Cruz, Casar de Palomero, Abadía o La Granja.

En el entorno del embalse, también se pueden practicar actividades como senderismo y cicloturismo, además de ser ideal incluso para la fotografía y la observación de aves, puesto que está declarado como Zona de Especial de Protección para las Aves (ZEPA). Todo ello, hace que la naturaleza revitalice este mágico paraje, todo un privilegio ecológico. También son de resaltar sus bosques en los que perderse, y reencontrarse, encantadores olivares centenarios, de los que esta comarca lleva viviendo en todos los sentidos desde incontables generaciones, y otros campos de cultivo.

Como bien decíamos al principio, es un territorio en el que el Imperio Romano dejó un rastro muy significativo, integrándolo al completo en la Vía de la Plata. Por ello, establecieron la Ciudad Romana de Cáparra, fundada como Municipium por Vespasiano en el 74 d.C y que en aquellos tiempos adquirió una relevancia que aún hoy se puede vislumbrar contemplando las ruinas de sus murallas, Termas Públicas, Foro Municipal, Anfiteatro, calzadas como Cardo Maximus o Decumanus Maximus y un arco de cuatro puertas, el elemento mejor conservado de la ciudad y único en toda España. Además, cuenta con un centro de interpretación que detalla aquella época. Tanto calado dejaron los romanos, que el día 17 de mayo de cada año se celebra en Tierras de Granadilla la Floralia, festejando antiguos eventos como las carreras con birras o cuádrigas, tiradas por dos o cuatro caballos, luchas de gladiadores, mercadillo romano, obras de teatro, taberna romana y bailes de la época.

La civilización romana, que supuso un indiscutible progreso para la humanidad y para Hispana, lo fue especialmente para la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla, y por tanto no podía ser de otra forma de cara a la olivicultura, puesto que el aceite de oliva, elaborado mediante procesos relativamente similares a los de ahora, ya era frecuentemente recurrido para uso tanto nutricional como corporal, introduciéndose en las termas. Se puede decir que son ‘los hijos del olivo’ y esta tradición sigue hasta hoy, cuya historia y presente puede visitarse en el Centro de Interpretación del Olivo y el Aceite de Marchagaz, ofreciendo un recorrido por olivos centenarios, una almazara actual y el ingenio e instrumentos de generaciones anteriores que llegan a alcanzar, con seguridad, el siglo XIX, época en la que se fundó nuestra empresa (1868).

En cuanto a la gastronomía, Trasierra-Tierras de Granadilla presume de un restaurante con Estrella Michelín como es el Versátil de Zarza de Granadilla y particularmente destaca la ternera aportada por animales criados en las fabulosas dehesas de esta comarca, cerveza artesana Cerex y, por supuesto, el aceite de la variedad autóctona Manzanilla Cacereña, que nuestros agricultores cosechan en olivares ubicados en poblaciones como Ahigal, Guijo de Granadilla o Mohedas de Granadilla. Incluso ya funcionan nuestros olivos superintensivos que sobre una planta joven ofrecen una cantidad por encima de la media, sin perder un ápice de su calidad.

Si decides disfrutar de todos estos caprichos culturales, naturales y gastronómicos, tienes la opción de adquirir uno de nuestros aceites en establecimientos de Casar de Palomero, Mohedas de Granadilla y Zarza de Granadilla. Y si dejas esta aventura para otra ocasión o no tienes tiempo, ya sabes que siempre tendrás disponible aquí tu AOVE favorito.

Escrito por Javier Muñoz